La publicación de Ediciones Universitarias de Valparaíso, surgió de un proyecto Anillos denominado BioGeoArt, en el marco de un programa ANID, que consiste en un trabajo interdisciplinario entre distintos ámbitos del saber, una conjunción de biología, geografía y arte, enlazados con las humanidades.
El paraguas de todo es el giro espacial en las humanidades, que presenta un inagotable diálogo en torno a la relación entre el ser humano y la naturaleza: “aunque preferimos decir el ser humano en la naturaleza, puesto que inmediatamente surge esta distinción forzada entre lo que es cultura y lo que es naturaleza, la cual nosotros debemos empezar a borrar”, señala Andrés Moreira Muñoz, académico del Instituto de Geografía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y uno de los editores del libro, junto a Pablo Mansilla Quiñones y Valeria C. de Pina Ravest.
“Siendo el ser humano una especie biológica perteneciente a la naturaleza, hay que buscar la forma en que pueda seguir siendo parte de ella e interactuando en forma armónica con los otros seres de la biosfera, y no como estamos viviendo hoy, que es totalmente en forma disarmónica de convivencia con los otros seres vivos”, continúa Moreira Muñoz.
El libro presenta más de una treintena de autores, los cuales describieron sus propias experiencias y propuestas en torno a las GeoHumanidades en dos seminarios virtuales en pandemia, para luego traspasar todo el material a esta publicación. Uno de varios casos es una relación afectiva que se crea entre una artista y una madre ave, la que arma su nido a partir de retazos de lana que la primera le va dejando. Es un ejemplo de colaboración en cuanto a la co-construcción entre un ser humano y otra especie de ser vivo.
Otra experiencia es de cohabitación en las dunas de Ritoque, donde un grupo de arquitectos PUCV construyó un herbario en pilotes para generar estudios de botánica del sector, pero lo hicieron incluyendo unas cañas con espacios ínfimos diseñados especialmente para cobijar nidos de abejas y otros insectos, además de murciélagos y chercanes.
“Estos pequeños ejemplos tratan de gatillar y avanzar en una discusión sobre cómo sería posible una convivencia más adecuada entre el ser humano y los otros seres vivos. Hay muchos casos del diario vivir de personas, como quienes cultivan un jardín, tienen espacios verdes o cuidan animales abandonados, que son situaciones excepcionales. Lo que buscamos es proyectar este tipo de acciones hacia el resto de la sociedad en una forma más amplia”, explica el profesor Moreira.
Pero estos “pequeños ejemplos” requieren en algún momento dar un salto a algo más grande y tener proyección incluso internacional. Por eso, Valeria de Pina plantea que construyendo de a poco se va generando el cambio cultural y generacional: “se va abriendo camino como el agua que busca su camino entre las grietas. No pretendemos cambiar el mundo drásticamente pero sí vamos abriendo espacios y creando imaginarios que permitan imaginar este mundo posible”, argumenta.
También hay ejemplos plenamente sociales como el de las memorias del agua de Petorca, para lo cual se elaboraron artefactos donde los habitantes podían reflejar sus recuerdos en torno al agua, ya que viven la existencia de agua en la zona solo desde sus memorias.
Por otra parte, entre las carreras de Geografía y Diseño PUCV se elaboró una maqueta de Valparaíso de cinco metros de ancho. En pleno estallido social la maqueta circuló por los distintos espacios de la ciudad y las personas se acercaban a poner banderas de colores, las cuales reflejaban problemáticas asociadas a esa zona o necesidades presentes.
Antecedentes de las GeoHumanidades
Los académicos del proyecto han participado en congresos mostrando este trabajo, lo que ha concitado gran atención por lo innovador del tema. Este es el primer texto de GeoHumanidades que se escribe en español porque el concepto proviene del mundo anglosajón, donde ya se viene desarrollando previamente la temática.
Moreira explica que se basaron en autores que trabajan hace años el tema y una de las principales exponentes es Harriet Hawkins, quien prologa el libro. Los textos en que se basaron son del 2010 y siguientes años, ya que en ese momento se produjo el desarrollo explosivo de estas investigaciones en Inglaterra.
“Las Geohumanidades están pensadas desde el inicio como un vínculo interdisciplinario entre la geografía y las humanidades, y ha permanecido así, fortaleciéndose mucho a partir de creaciones artísticas de toda índole”, explica el académico. Por ese motivo la publicación presenta trabajos en lana, fotografías, cantos, décimas, lecturas poéticas y otras manifestaciones que abren la mente hacia la idea original de descubrir otros mundos posibles.
¿Cómo proyectar ahora este trabajo y así avanzar hacia lo imaginado? Pablo Mansilla explica que quedaron muchas cosas fuera en esta publicación, ya que, como se explica en el índice, todo está conectado, por lo tanto, las posibilidades de crecer son muchísimas. En este sentido, el índice está hecho en base a conexiones rizomáticas, esas que están por debajo de la superficie, pero muy conectadas.
“Donde vamos con los otros editores, vemos posibles relaciones y se nos ocurren muchas posibilidades para otra edición, en la cual podamos presentar muchas más conexiones rizomáticas entre estas disciplinas y que nos lleven a seguir pensando en que un nuevo mundo es posible. Por lo tanto, este es un trabajo que recién empieza y que es infinito, pero al mismo tiempo con ideas de cómo ir elaborando una serie de bloques para construir puentes entre disciplinas y aportar a la discusión, y a que los estudiantes vean distintas posibilidades para enfocar sus trabajos, proyectos, acercarse a las comunidades. Esto es un trabajo académico, pero está en estrecha relación con las personas y las comunidades”, finaliza Moreira Muñoz.