
Godofredo Iommi Amunátegui
En una distendida conversación en un café de Viña de Mar, el ex académico del Instituto de Física de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y autor de “Vestigios del Viento” editado por Ediciones Universitarias de Valparaíso, Godofredo Iommi Amunátegui, nos abre su intimidad y nos relata sus más profundos pensamientos respecto a lo que ha sido su fructífera obra, desde sus fuentes de inspiración hasta las múltiples formas que ésta adopta.
Autor de varios escritos, partió publicando en el año 68 junto a un amigo en una revista de poemas editada por ellos, la cual duró 10 años. Lanzó su primer libro solo el 74. Además de poesía, su legado incluye una serie de ensayos de filósofos.
¿Qué ha significado en su vida ser físico y a la vez escribir poesía?
“No son dos actividades distintas en sí, aunque lo parezcan. En cualquier actividad, hay un momento en el cual para que exista, tiene que ser inventada. Ya sea desde escribir un soneto, hacer una casa o un modisto haga ropa, cualquier actividad tiene ese momento en el cual nace y ahí no se diferencian las maneras de inventar. Hay un solo tipo de invento, que tiene distintas formas.
Es a partir de ese momento que uno entiende que cualquier actividad, nace de una misma manera de unir las cosas diferentes, unirlas para que constituyan una forma. Y si constituye una forma, ya existe. Entonces en el elemento en el cual las cosas adquieren una forma, es lo que llamaría invento. Ese punto desde el cual nacen las cosas es lo que en una época se llamó el arte del invento, y que no se debe confundir con un procedimiento porque si existiera uno, habría una suerte de receta que permitiría inventar. En el fondo es un arte que uno piensa, pero por su propia definición, no puede adquirir una forma definitiva como arte porque si lo hace, se convierte en un procedimiento establecido.
Por eso, retomando la pregunta, se puede comparar el componer un poema con encontrar un teorema, o cualquier otro tipo de actividad, pero para poder encontrar un hilo que efectivamente logre mostrar que el hecho de inventar es el mismo, hay que lograr justamente percibir la enorme diferencia que hay entre las cosas. Y para poder percibirla, uno necesita entrar en el detalle de cada una de las diversas materias que uno trata. No puedo hablar de un teorema, sin de alguna manera saber en carne propia lo que es un teorema. No puedo saber lo que es un poema, sin conocerlo de manera inmediata. La dificultad real del problema es no poder abarcar la totalidad porque siempre se va modificando. Nunca todo es todo. Siempre cada cosa tiene algo que la modifica. Entonces tampoco uno trata con entidades que están hechas para siempre”.
¿Cómo es su proceso de creación?
“Es una cosa muy simple y muy compleja a la vez porque no es nada. Tu tienes palabras, las que están en todo y cómo lograr que palabras que están ahí delante de uno, se unan de una manera tal que compongan un poema. Si se logran juntar las palabras en un poema, es por una suerte de ley interna de las palabras, no que uno quiera usarlas. Si las palabras son usadas, nunca hay poema. Hay que lograr que las palabras solas se desenvuelvan. Si tú logras percibir eso, entonces es posible inventar un verso”.
¿Su inspiración principal entonces son las palabras?
“Si, claro. Vivimos siempre en hechos y datos, que llamamos lugares comunes, que es todo, la vida, la muerte, la libertad, la fragilidad, la tristeza, el amor, la alegría, todas esas cosas. Son lugares comunes porque son las cosas con las que vivimos. Es a partir de estos que el lenguaje logra manifestarse y, a su vez, el lenguaje como en una suerte de reflejo, ilumina esos lugares comunes”.
¿Desde cuándo escribe poemas?
“De toda la vida. Hasta ahora pareciera que estas palabras están ahí y uno por una especia de arte misterioso, las logra convocar en un poema. Pero como en muchas cosas se requiere el oficio, el que cada cual aprende a su modo porque no hay una escuela para aprenderlo. El oficio tiene un sentido porque ahí se aprende la tradición. El gran asunto es no solo lograr el oficio, sino que además lo que logra un invento, es que se inscribe dentro de la tradición y cuando es de gran envergadura, logra modificar la tradición. Entonces, el absoluto del invento es cuando logra modificar la tradición”.
¿Eso sucede?
“Eso sucede raras veces. Se inventa bastante pero sucede poco y además toma tiempo discernir cuando el invento es uno que modifica la tradición y cuándo no. No se ve de inmediato, no es obvio”.
¿Ud elige una temática y a partir de eso desarrolla un libro?
“En el trabajo diario me detengo en las cosas que me atraen y entonces comienzo a indagar y estudiar sobre aquello que me gusta. Esto es un chispazo y todo lo que viene después es tratar de extenderme en ese chispazo inicial”.
¿Ha dejado cosas a medias?
“Siempre tengo cosas a medias. Y luego trato de darles alguna forma que yo considere hermosa porque lo que uno llama belleza, que es imposible de definir, existe. Entonces se trata de eso”.
¿Ud. siente que llega a la belleza?
“La veo”.
¿Siente que aún le queda mucho por ver, espacios a los cuales acercarse?
“Esto es una tarea infinita entonces nunca puedo plantearme cuánto queda. Si yo veo un límite es como una frontera y siempre hay algo más allá de la frontera, por definición. Entonces es un trabajo infinito y que a su vez se va cerrando. Las cosas que hiciste no las vas a volver a hacer y el único peso es el propio pasado. La gran cosa es desprenderse del propio pasado que es la propia obra. En la práctica esto es un sin sentido porque la vida está hecha de lo pasado. Pero esto también hay que intentar quemarlo, siendo que tú eres todo eso”.
¿Por qué quemar el pasado?
“No puedo decir eso con propiedad porque amo el pasado, pero en el acto de inventar, uno quema el pasado. Por otro lado, eso es tal vez lo que uno cree, porque si se mira de afuera lo hecho, puedes ver que tal vez nunca se quemó el pasado. Pero la propia persona piensa que al hacer algo, quema el pasado”.
¿El expresarse a través de los poemas es la búsqueda de esa belleza?
“Lo que uno busca es lo que ya tiene. Un amigo decía que él no buscaba ni encontraba, sino que inventaba. Si me preguntas qué busco, te digo que busco que las palabras de una frase tengan concordancia. Yo descarto como idea el concepto de un programa de búsqueda, sino que toda la búsqueda es un detalle.
De pronto ese detalle no se ajusta a algo y ahí hay un cambio, pero no es que se pensó fríamente en una manera de romper eso. Es como si hubiese una música de fondo que suena pero no se identifica bien, y de repente uno se percata qué es. Es muy parecido a la búsqueda. Uno trabaja con su propia música de fondo, pero no descubre el acorde apropiado, hasta un momento en que sucede. Hacer una obra es lograr encontrar el acorde justo y darle una forma”.
¿Tiene pensado hacer otro libro?
“Yo trabajo todos los días y ese trabajo diario hay un momento dado en que me pesa, entonces observo todo lo que he hecho y en base a eso descubro los acordes. Yo me inventó mi música de fondo escribiendo todos los días. No me preocupa si lo que hago en el día a día es bueno o malo, lo veo cuando tomo todo lo hecho”.
¿Cambia escritos ya hechos?
“Cuando vuelvo a leer cosas que escribí hace 10 años no las escribiría hoy, pero nunca arreglo textos, los dejo. Jamás he retocado algo que hice antes. Si hoy lo veo distante, hago otra cosa, no lo pulo porque fue algo de ese momento”.
Como él mismo nos deja ver, la obra de Godofredo Iommi Amunátegui tiene aún una larga vida. Su música de fondo lo acompaña incesantemente en la creación diaria y los acordes le aparecen cada cierto tiempo para inspirar aún más su legado.