El libro del profesor de Derecho, Johann Benfeld, nos hace reflexionar sobre la importancia de los códigos de ética en las profesiones – especialmente en los abogados – y cómo estos no son una prioridad hoy en día.

Profesor Johann Benfeld
La ética profesional es la temática principal en esta nueva publicación titulada “Una Cuestión de Fidelidad. Sobre el Ethos de la Profesión Legal”, cuyo autor es el profesor de la Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, filósofo y abogado, Johann Benfeld, y que ha sido editada por Ediciones Universitarias de Valparaíso.
En un contexto país sin grandes líneas de investigación sobre esta materia, escasa discusión académica y pocos libros especializados, el académico tuvo “como principal propósito que el texto sirviera como una suerte de guía para los estudiantes de los cursos de ética. Y que, además, el libro fuera de provecho para la comunidad jurídica en general, sobre todo pensando que no existe una gran cantidad de libros nacionales sobre el tema”, explica el profesor.
En el mundo anglosajón y otros países la discusión sobre las cuestiones referidas a la ética de la profesión legal, por el contrario, han recibido mucho mayor atención. Existe una copiosa literatura e importantes grupos de autores al respecto. Sobre todo, en EEUU, desde el 60 en adelante, existe una amplia discusión con tendencias sociopolíticas respecto a esta temática, lo que podría hacer pensar que la importancia que se le asigna al conocimiento y discusión del estándar ético del abogado norteamericano, es muy superior.

Cicerón «moderno» en la portada del libro
Benfeld señala que en Chile, a su vez, existen muchos textos normativos que no siempre conversan entre sí. Cuestión que en la práctica se traduce en que “las distintas asociaciones gremiales (colegios de abogados) y los órganos jurisdiccionales que se enfrentan al problema de establecer sanciones frente a las faltas a la ética profesional, no pueden desempeñar bien su cometido (jurisdicción ética), porque la regulación es imprecisa, poco sistemática e incluso contradictoria. Y, cómo si esto no fuera suficiente, esta legislación se conoce poco y aplica menos”, enfatiza.
Todo lo anterior, explica, por qué, “tal vez formalmente se habla mucho sobre la probidad y sobre la ética, sobre todo en el último tiempo, pero la realidad muestra otra cosa”. Existe más bien un desinterés sobre estos temas, de lo contrario, por lo menos, legislativamente se habría avanzado hace mucho en otra dirección”.
El académico plantea que, en todo caso, no solo los abogados, sino que también psicólogos, periodistas, profesores y otros profesionales probablemente tengan los mismo e incluso “mayores” problemas normativos en este ámbito, pues en teoría, en último término, los abogados están sujetos a una tutela ética jurisdiccional de los tribunales de justicia. Ahora bien, “si en este ámbito hay poco interés, en otras áreas puede ser menor aún”, concluye.
No siempre las cosas fueron así. Antes de las reformas de los años ochenta, al parecer, había mayor interés en la ética profesional y, sobre todo, existía la posibilidad de aplicar efectivamente los códigos de ética. El decreto de ley 3621 cambió radicalmente esta situación. Este decreto suprimió los colegios profesionales (todos) y, al hacerlo, los privó de su competencia en materia de tutela jurisdiccional de los deberes éticos profesionales, toda vez que la colegiatura pasó a ser de carácter voluntario para los profesionales. Así surgieron múltiples asociaciones gremiales, pudiendo coexistir varias en torno a una misma profesión, como ocurre con los diversos colegios de abogados que hay en Chile.
“Hoy no existe un colegio de abogados de Chile, son 19 asociaciones gremiales repartidas por el país, cada una con sus respectivos estatutos. Ello es así, porque basta que un conjunto de profesionales se reúna y formen una asociación gremial, cumplidos que sean los requisitos que la ley demanda. Estas asociaciones, a su vez, pueden funcionar de manera desarticulada, lo que genera un primer problema sobre la normativa ética aplicable a sus miembros. Pero, además, al ser la colegiatura voluntaria, un segundo problema tiene que ver con la normativa aplicable a los abogados colegiados y a los no colegiados que no es la misma”, explica Benfeld.
Y continúa: “hasta antes del 81, un abogado que cometía una infracción ética, no un delito, podía ser sancionado incluso con la cancelación del título por parte del colegio profesional. Esta sanción se aplicó varias veces. Bastaba con ser, por ejemplo, suspendido tres veces por infracción a los deberes contenidos en el Código de ética de 1948, para que, eventualmente, un abogado se viera privado de su título profesional. Esto, por cierto, suponía un procedimiento de lato conocimiento”.
Razones del cambio de actitud respecto de la ética
El profesor Benfeld considera que existen muchas causas probables del desinterés actual por la ética profesional de los abogados. Ellas tienen que ver con la transición de los abogados al mercado; la masificación de la educación terciaria; la adopción de un modelo económico liberal, la irrupción de nuevas tecnologías, entre varias otras. Hasta la década del 60 los abogados eran los actores profesionales más importantes para el buen funcionamiento del aparato estatal. A partir de ese momento, la modernización del Estado supuso la incorporación de nuevos profesionales en la alta dirección del trabajo público. Economistas, ingenieros comerciales, politólogos y sociólogos muy pronto desplazaron a los polifuncionales profesionales de derecho, y así los abogados comenzaron su desplazamiento del Estado hacia el mercado. Y esto, alteró las prácticas profesionles.
“Desde esta perspectiva, toman más importancia las leyes de la oferta y la demanda, entonces los abogados comienzan a operar con la lógica del mercado donde es más difícil ejercer esos deberes éticos, como por ejemplo, la irrestricta fidelidad al derecho o el apego a las normas. Cuando estás en el mercado y eres un agente económico, inmediatamente la profesión es más un medio de subsistencia que un ideal social. Se busca así el máximo rendimiento económico, y eso hace que la persona se comprometa de manera mucho más intensa con los intereses de los clientes y los suyos propios, aun cuando eso suponga un compromiso menor con el derecho”, puntualiza.
Ejemplifica con el caso de las prácticas elusivas, tan comunes hoy en día. Éstas son estrategia que permiten que, producto de la deficiencia de la normativa aplicable, el “buen abogado” mediante un diseño de arquitectura tributaria logre un rendimiento económico mayor para el cliente, en desmedro de la recaudación fiscal. “Aquí es donde aparecen los verdaderos dilemas ético-profesionales, pues a quién debemos calificar como un “buen” abogado tributarista: al que sabe cómo incrementar los beneficios de la empresa o al que vela por los intereses del Estado (y el bien común). La respuesta no es fácil. Con todo, si los abogados se entienden a sí mismos como agentes del mercado, no es difícil advertir cómo han de asesorar a sus clientes”, agrega Benfeld.
Por otro lado, la irrupción de las grandes compañías jurídicas a nivel mundial, las multinacionales del derecho (big law), que operan con miles de abogados corporativos “donde la cuestión del control ético cede paso al compliance, es decir, adecuarse a estándares básicos sin compromiso ético de por medio”, tampoco favorece el desarrollo y cultivo de la ética profesional, según comenta el profesor. Además, ahora se suman las empresas de tecnologías de derecho (new law), donde ya ni siquiera hay abogados, y la inteligencia artificial.
¿Dónde poner las esperanzas entonces? El académico explica que en el nuevo escenario “habrá que repensar los códigos de ética como principal y único insumo para regular los servicios jurídicos. Hoy en día, no basta pensar en una regulación del profesional (código de ética), sino que lo que corresponde es ampliar el estándar ético a la regulación ética de los “servicios legales o jurídicos”, regulación que comprenda no solo a los profesionales del derecho sino a los otros actores que al día de hoy participan en el mercado legal. Por ahí hay una tarea pendiente”.